BMW Motorrad Newsletter Septiembre 2021

 



Por José Mª Alegre
Montse Fernández de Mateo (Barcelona, 1979), estrenó su F 750 GS 40 Aniversario hace poco más de un mes y ya lleva hechos cinco mil kilómetros, una moto que “la vi y me enamoré -declara-. Yo no tenía claro qué moto coger, sí que es verdad que BMW me gustaba por su calidad… Es que son motos que no tienen comparación, creo yo. Por eso, al verla pensé, ‘esta es la moto que quiero’. Y al comprarla le dije a Gonzalo (asesor Comercial de Control 94), ‘después del piso es la mejor compra que he hecho’ y él se reía, pero es que es verdad”.




En las RRSS, concretamente en ‘Face’ e ‘Insta’, Montse se hace llamar ‘Polvorilla’, apodo que le viene de la infancia, “porque de pequeña, bueno, más o menos como ahora (ríe, algo muy habitual en ella cómo comprobaré a lo largo de la entrevista), era muy nerviosa y no paraba quieta, entonces, mis padres, siempre decían ‘esta niña es una polvorilla. Esta niña no para’ y cuando crecí -risas de nuevo-, dije, ‘este nombre tiene que ser perfecto para llevar moto, porque como no vamos a parar (el plural es por David, su marido), resulta ideal’”.

Y sigue siendo una polvorilla, según confirma. “¡Síiii! (responde alargando la vocal), creo que me moriré así” -carcajadas-.



Esta mujer, que es una explosión de optimismo y buen talante, trabaja como funcionaria en “un colegio de niños ‘peques’, hasta sexto”. (¿Los niños son más difíciles de llevar que la moto?). “Bueno, es diferente, los niños tienen otras necesidades y es más difícil. Yo creo que los niños lo que necesitan es tiempo y que les entiendas, porque funcionan a otro ritmo. La moto necesita salir, hacer kilómetros y manejarla y tiempo, claro. El problema de ir en moto, a los que nos gusta, es que como máximo tenemos un mes de vacaciones, con lo cual dependes solamente de ese tiempo para poder hacer cosas. Y claro, sería perfecto poder salir, porque como dice Perla Negra (se refiere a David, que en las RRSS se le conoce con el sobrenombre de ‘perlanegraviajes’), ‘Las motos paradas no cuentan historias’, y es cierto”.

“Cuando llegamos de Irlanda, me apunté a la autoescuela y me saqué el carnet de moto grande; tenía entonces 39 años”. Decisión en la que su marido fue el “instigador” necesario

Los inicios de Montse en el mundo de las dos ruedas fue movido, incluso accidentado, con ‘pella’ escolar incluida. “¡Uf! -exclama al recordarlos-. Cuando yo tenía doce años, mi tío se compró una ‘motillo’, una Jog, y como las vacaciones las pasábamos en el pueblo, él me la dejaba para ir al pueblo de al lado y para dar vueltas por la casa y ahí es donde le cogí el gusto a ir en moto. Luego, la bajamos a Santa Perpetua, donde vivimos. Y siempre decía, ‘cuando tenga la moto, lo primero que haré será ir a ver a mi abuela a Barcelona’. Y cuando la tuve, fui a verla a escondidas de mis padres. A la vuelta, había un agujero en la calzada y me caí y mis padres me prohibieron la moto. Y sí, me hice bastante daño. Un policía, que lo vio, me dijo ‘tranquila, que llamó a una ambulancia’. Y le respondí, ‘si llamas a una ambulancia y me lleva a casa, tienes que traer dos ambulancias, una para mí y otra para mi madre. Así que no te preocupes, voy yo sola’”.



Un accidente que tuvo consecuencias para Montse, pero a la vez le sirvió para tomar conciencia. “Me quemé el brazo y la pierna, era un mapa -detalla-. Llegué a casa, porque además estaba haciendo campana en la escuela, entiendes ahora que me llamaran polvorilla, ¿no? (Entonces, te pillaron por dos motivos, no ir a clase y conducir la moto…). Exacto, pero era por una buena causa, yo iba a ver a mi abuela. Al final, me limpiaron las heridas sacando el asfalto como se sigue haciendo, raspando. Por eso ahora vamos perfectamente equipados, porque sabes el daño que hace el asfalto, y vamos así en verano e invierno, con el traje, guantes y botas, ¡cómo se tiene que ir!”.

La scooter “del delito”, propiedad del tío, “pasó a ser mía, pero la primera moto grande que tuve fue la anterior a la actual, la TRK 502 X. De hecho, el sacarme el carnet de moto puede parecer una paradoja, pero lo hice por un accidente que tuvimos en Irlanda, porque allí tienen la mala costumbre de conducir al revés y nos comimos un coche y yo pensé ‘si por lo que sea, algún día le pasa algo a David, yo tengo que poder llevar la moto para volver a casa’. Y cuando llegamos, me apunté a la autoescuela y me saqué el carnet de moto grande; tenía entonces 39 años”.



Una decisión en la que su marido fue el “instigador” necesario para llevarla a cabo. “Bueno, sí -reconoce-, porque quizás sola no hubiera tenido esa necesidad de sacármelo, porque con una 125 yo ya me iba apañando. Yo creo que viajar solo tiene sus cosas buenas, pero también tiene sus inconvenientes y cuando viajas con alguien, con tu pareja, el viaje tiene como otra cosa”.

De la scooter “familiar”, nuestra rider pasó a otra algo mayor. “Cuando empecé a trabajar, me compré una 125 e iba con ella a Barcelona por un tema de practicidad, porque aquí es imposible ir en coche a ningún lado y yo trabajaba en Hospitalet y siempre he ido en moto. Lo que pasa es que como tampoco tenía necesidad, porque a mí me gusta ir de copiloto (a Montse, la palabra ‘paquete’ no le gusta nada, por eso no la pronuncia), porque ves más cosas. Cuando conduces disfrutas de otra manera, disfrutas de la moto, pero hay muchas cosas del paisaje que te pierdes y de eso te das cuenta cuando conduces tu propia moto, porque yendo de copiloto vas viendo el paisaje, los pueblos, y cuando vas conduciendo tienes que estar más pendiente de la carretera”.

Sin embargo, ella prefiere “conducir mi moto, pero no me desagrada ir detrás, lo que pasa es que cuando te gusta, siempre es mucho mejor conducirla tú”.



Con David, su marido (que anteriormente tuvo una R 1200 GS ADV y ahora posee una F 850 GS ADV), yendo Montse de pasajera, ambos se han lanzado a la carretera muchas veces para ‘contar historias’. “Estuvimos en Islandia, que es súper bonita, porque tiene de todo y los paisajes son espectaculares, es una isla muy joven y es un escaparate del mundo, porque tienes lagos, grandes praderas, volcanes, glaciares, playa, hay de todo. A nosotros nos gustó mucho. Noruega nos encantó también, que no sé si es porque fue el primer sitio que fuimos con más tiempo y el que preparamos con más ilusión, aunque todos los preparas con ilusión, pero éste, al ser uno de los primeros, repito, pues como que le tienes más cariño, y queremos volver, yo con mi BMW. Aquel viaje lo disfruté mucho yendo de ‘copi’ y llegamos a Cabo Norte. Lo que pasa es que todos los países de Alemania para arriba son extremadamente caros”.

“El viaje más ambicioso es la vuelta al mundo y lo haremos algún día. El problema es el tiempo, y cuando lo tienes eres mayor y a lo mejor la edad no te lo permite, pero lo haremos y lo veréis”

Montse ha seguido el reciente viaje de Isabel Puig a Cabo Norte, relato que publicamos en la News firmado por la propia protagonista, viaje que la rider tilda de “espectacular. Nosotros conocemos a Isabel de antes y de algún evento y es fantástica, yo la admiro un montón, y quiero ser como ella cuando tenga su edad. A nosotros nos encanta viajar y ya los niños son grandes y podemos hacer de más y de menos, pero algunas veces pienso que si algún día no pudiéramos llevar moto, por lo que sea, pues seguir viajando aunque sea en autocaravana, seguir conociendo el mundo, porque el mundo es muy grande y la vida muy corta”.

Unos viajes, los de Montse y David, los dos subidos en la misma moto o ahora cada uno en la suya, en los que no hay discrepancias por diferencias en el destino, reinando la armonía entre ambos… “Nos peleamos como todo el mundo -ríe-, pero broncas en el viaje, no, quizás porque lo tenemos todo ya muy organizado. Cuando vamos a un sitio ya sabemos dónde vamos a ir, qué vamos a visitar, los días que vamos a estar, entonces está todo muy calculado y todo lo que salga extra, es ‘bonus’, un más a más”.



Este verano, durante las vacaciones, la pareja ha visitado Normandía, cada uno en su moto, y ya tiene planificado el próximo destino. “David es muy cabezón -ríe a carcajadas-. Él quiere ir a Rumanía y a los países bálticos el año que viene y a mí me gustaría volver a Cabo Norte o a Turquía, país que conocemos, pero fuimos en avión, y Turquía en moto tiene que ser chulísimo, porque con la moto el viaje se vive mucho más, lo disfrutas más. Pero, recordad, acabaremos en los países bálticos -avisa-, porque David es un poco ‘rajola’ (baldosa en catalán), como digo yo -ríe de nuevo-, pero como tenemos mucho tiempo podemos verlo todo”.

De todos los destinos viajeros, sobresale uno: “El más ambicioso es la vuelta al mundo -reconoce-. El viaje que haremos algún día, porque yo soy así. El problema es el tiempo, porque todo lo que sea con dinero, se puede solventar, se hace, pero el problema es el tiempo, y cuando tienes tiempo eres mayor y a lo mejor la edad no te lo permite, es un poco el pez que se muerde la cola. Pero mi viaje será la vuelta al mundo, que lo haremos, y lo veréis, pero de momento tendrá que esperar”.



Para Montse “la vida es un viaje, no un destino. Y el viaje en moto es más emocionante, más divertido, sin duda. Hay maneras de viajar, como dice mi suegro, ‘viajas como viajero o como turista’, una frase que nos repite siempre que salimos. Y es verdad, hay gente que va y viene y es como si no hubiera hecho nada y el disfrutar un viaje no tiene precio y lo disfruto todo, el trayecto y el destino. El trayecto es el que te da la sensación de que lo estás consiguiendo y cuando llegas la sensación de haberlo conseguido”.

De los Embajadores BMW Motorrad España, Montse sigue a Charly Sinewan, “me gusta mucho, porque lo veo muy aventurero. Isaac Feliu es también un grande, porque hace cosas que a veces incluso te dan miedo ajeno”.

Respecto a la situación actual debido a la pandemia por el Covid-19, la rider confiesa que “nosotros no hemos parado de hacer cosas y de salir y de entrar, cuando se ha podido, porque hay que seguir viviendo, tomando precauciones, pero no te puedes detener, porque además no se debe, porque coges miedos, temores, creándote inseguridad. Eso es como cuando vas en moto y te dicen ‘¿y si tienes un accidente…?’. Si voy en coche también lo puedo tener y si voy andando, me puede caer una maceta y… Pero es que la vida es así, hay que correr el riesgo, lo que no voy a hacer es hacer el cabra, pero no me voy a parar porque hayan riesgos. Vivir es un riesgo, la vida en sí lo es, entonces, hay que vivirla”.



La mujer y la moto, féminas que quieran y no se atrevan a dar el paso en tener la suya propia, indecisión que Montse cree “que no hay razones para no tener una moto y no ya una moto, sino en general. Lo que quieras, ve a por ello, sea una moto o lo que sea. No hay nada que te impida no llevar una moto, lo único que puedes tener es miedo, pero el miedo es natural, es una protección, como el respeto, que no hay que perderlo nunca, pero tampoco hay que perder la ilusión, las ganas y puede ser que haya cosas que te impidan viajar: el tiempo, los hijos, pero eso son circunstancias temporales y no hay nada que te impida hacerlo, siempre y cuando te guste, claro, pero si te gusta, adelante”.



Montse es mujer de pocas manías en los viajes, ni de tabúes, aunque alguno hay, por eso medita antes de responder. “Aunque no es un tabú, yo siempre que cojo una moto nueva voy al Pilar y me compran, porque tiene que ser regalada, la medida de la Virgen del Pilar, la cinta, tengo mucha fe en la Virgen y siempre la llevo, me la bendicen y ya está. Manías… Soy un poco asquerosa para comer, por un tema de limpieza, soy muy maniática en ese sentido, entonces, me cuesta mucho, por ejemplo, ir a según qué países (O sea, ni gusanos, ni saltamontes, ni cucarachas en tu boca…) Una cosa es que me los coma sin saberlo -ríe a carcajadas- y otra que pague conscientemente para comerme eso. No he llegado a ese punto de valentía, pero seguro que me he comido cosas más raras y no me he enterado”.



Pregunta. Una palabra que defina a la moto.

Respuesta. Esta, la BMW, es la perfección, porque para mí es perfecta. Yo entiendo que haya gente que tenga otro tipo de moto, otra marca, que discrepe, pero para mí esta es ideal, en cuanto a la altura, peso, respuesta… Cuando me decían ‘ahora entenderás lo que es llevar una moto’, llevaban razón y no es por desprestigiar a la otra, pero es que realmente hay un abismo entre una y la anterior. Cuando la cogí -continúa- me di cuenta de que era mi moto, es una sensación que la tienes que sentir, era mi moto porque estaba hecha para mí. Con la anterior no iba a trabajar, lo hacía en coche, y el primer día laborable con la BMW, le dije a David, ‘me voy a trabajar’. ‘¿Cómo vas?’, me preguntó, ‘en moto’, le respondí. Aquello fue el antes y el después de decir ‘ahora sí voy en moto, porque me siento bien, me siento segura con ella”.

Fotos: perlanegraviajes


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