sábado, 18 de octubre de 2014

¿Porqué si te pierdes en el desierto terminas andando en círculos?



Dos científicos del Instituto para Cibernética Biológica en Tubingen, Alemania, han presentado los resultados de un curioso estudio donde se demuestra que si nos perdemos en el desierto o en una zona no conocida, involuntariamente terminamos andando en círculos.

El estudio se realizó con varios grupos de personas en unos bosques de Alemania, en la zona forestal de Bienwald, y en el desierto tunecino. Para averiguarlo, se dieron instrucciones a nueve personas para caminar lo más derecho posible en una dirección durante varias horas.

Lo más curioso es que en algunos casos algunas personas, sin tener referencia alguna, comenzaba a andar en círculos a apenas 20 metros de su punto de origen.

La primera prueba se realizó con puntos de referencia como el sol , la luna o las estrellas y otro grupo con los ojos totalmente vendados.

Los investigadores Jan Souman y Marc Ernst usaron un sistema de posicionamiento global GPS para registrar sus recorridos.



El grupo que tenía alguna referencia, aunque fuera inconscientemente, les resultaba más fácil mantener una linea más o menos recta durante más tiempo. Pero los que carecían de ella involuntariamente comenzaban a girar al poco tiempo de comenzar a andar.

Según los investigadores eso era debido a que tenemos una pierna normalmente más desarrollada que la otra; más fuerte y más larga y que aunque pensemos que mantenemos una linea recta, la realidad es todo lo contraria.

"Simplemente caminar en línea recta parece una cosa tan simple y natural de hacer, pero si lo piensas bien, es algo muy complicado que pasa en el cerebro", dijo Jan Souman.

Estudios previos han demostrado que las abejas, palomas y una variedad de otros animales se mueven en pequeños círculos cuando se desorientan o cuando el sol está oculto. El nuevo estudio sugiere que, quizás sin ser conscientes de lo que estamos haciendo o no, la gente se intenta orientar utilizando esos tipos de señales de la naturaleza.

Los resultados no son necesariamente sorprendentes, dijo Randy Gallistel, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey. "La mayoría de los excursionistas muertos, después de todo, se encuentran dentro de un radio de menos de 100 metros del lugar donde se perdieron".

Para evitar esa tendencia los investigadores afirman que conocer pequeños trucos como saber que el sol se mueve de este a oeste a lo largo del día o que el musgo crece en el lado norte de los árboles nos puede evitar un buen susto.

O llevar un GPS que siempre ayuda.

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